El precio de la pechuga de pollo en México ha experimentado un aumento sin precedentes, superando los 200 pesos por kilogramo en diversos puntos de venta en el país. En apenas un par de semanas, este alimento básico ha acumulado un incremento de más del 80% en pollerías, mercados públicos y supermercados.
Según explican los distribuidores de pollo a Publimetro, durante los días previos al jueves y viernes de Semana Santa, las familias mexicanas llegaron a pagar hasta 160 pesos por kilo del producto en canales de comercio tradicional. Esto representa un aumento del 79.77% en comparación con el costo observado a principios de marzo, cuando oscilaba entre 80 y 89 pesos por kilo.
Ana Laura Hernández, gerente de una distribuidora de pollo en el Valle de México, señaló que el precio máximo al público de la pechuga se sitúa actualmente entre 140 y 160 pesos por kilo, pero advierte que aún no está claro si disminuirá en los próximos días. Factores como el aumento en la demanda debido a la Semana Santa y la baja en la producción asociada a condiciones climáticas como la ola de calor han contribuido a esta situación.
La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) reporta que en tiendas de autoservicio y supermercados, la pechuga de pollo ha alcanzado precios entre 193 y 205 pesos por kilo en diferentes regiones del país. Estos precios exorbitantes han generado preocupación entre los consumidores.
Además, la variación en los costos se explica por diversos factores como la presentación del producto, su calidad, marca y tipo de tienda. Por ejemplo, en algunas zonas urbanas como Guadalajara, el kilo de pechuga puede oscilar entre 173 y 189 pesos, mientras que en Monterrey se sitúa entre 127 y 189 pesos.
Este incremento también se observa en otras partes del pollo, como el kilo de pierna muslo y el pollo entero, donde los precios varían significativamente según la región. Por ejemplo, en Tijuana el kilo de pollo entero puede encontrarse entre 44 y 46.09 pesos, mientras que en Cancún se sitúa entre 36.47 y 44.39 pesos.
Ante esta situación, los consumidores deben estar atentos tanto a la calidad como al precio del pollo, evitando posibles engaños o productos de baja calidad que puedan encontrarse a precios más bajos.
Por Areli Rodríguez
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