En apenas dos semanas, desde el 10 de marzo pasado, los precios de los paquetes de viaje para disfrutar de las vacaciones de Semana Santa han experimentado un vertiginoso ascenso. Lo que solían ser ofertas asequibles, que oscilaban entre los ocho mil y los 10 mil pesos, ahora se han disparado hasta superar los 20 mil pesos por persona.
Los paquetes más económicos, que antes se conseguían por cantidades razonables, ahora han triplicado su valor mínimo, alcanzando los 25 mil pesos por persona, para una estadía de tres noches y cuatro días en destinos playeros.
Esta escalada de precios ha llevado a que las ofertas en el mercado se ubiquen ahora en un rango de 24 mil a 52 mil pesos, ofreciendo servicios turísticos que van desde hoteles de tres a cuatro estrellas, con opciones que van desde no incluir alimentos hasta planes todo incluido, con todas las bebidas y consumos cubiertos en los paquetes más costosos.
Sin embargo, este aumento en el precio no es el único cambio que están experimentando los vacacionistas. Los horarios de los vuelos también están siendo afectados, con salidas programadas mayoritariamente para la tarde o noche, lo que implica llegar al destino solo a cenar y dormir, perdiendo así valiosas horas de sol y playa en el primer día de estadía.
Además, los vuelos de regreso suelen ser distribuidos en las primeras horas de la mañana, antes de las 10:00 horas, lo que reduce significativamente el tiempo disponible para disfrutar del último día en el destino.
No obstante, para aquellos que deseen maximizar su tiempo bajo el sol, existe la opción de modificar los horarios de los vuelos pagando un extra de dos mil a cuatro mil pesos, lo que permite disfrutar de un mayor número de horas tanto en el día de llegada como en el de salida.
En resumen, las vacaciones de Semana Santa se presentan este año como un desafío económico para aquellos que deseen disfrutar de unos días de descanso en destinos turísticos, con precios que han alcanzado niveles nunca antes vistos y con cambios en los horarios de vuelo que pueden afectar significativamente la experiencia de viaje.
Por Areli Rodríguez
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